La Cosecha de tichinda, un tipo de mejillón, sustenta a varias familias en Chacahua

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Las familias afromexicanas que viven en el Parque Nacional Lagunas de Chacahua han encontrado una manera de convivir con el medio ambiente a través de las tichindas, un tipo de mejillón.

“Cuando terminamos de quitar las conchas, las devolvemos a la laguna, porque los peces necesitan alimentarse. Ganamos unos centavos, pero también devolvemos lo que es del agua, para no interrumpir el ciclo de la vida marina”, dice Hermila Hernández Rodríguez.

Cuando Hernández explica sobre su trabajo recolectando tichindas, señala hacia el norte de la laguna, donde ella, su nuera y su hijo van a recolectarlas. “La luz de la luna llena nos dice que si son lo suficientemente grandes para cortarlos de los manglares o rocas, no es necesario cortarlos si son pequeños”, agrega.

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La tichinda es una variedad de mejillón que se encuentra en las lagunas de Chacahua, Manialtepec y otras conectadas al Océano Pacífico. Los moluscos se cocinan comúnmente en tamales o caldos, pero la pulpa, como llaman a su carne, también se usa para preparar diferentes platillos.

Aunque en esta zona de la costa oaxaqueña viven más de 427 personas, según el organismo nacional de estadísticas Inegi, no más de cinco familias locales se dedican a recolectar este molusco en las lagunas, ya que es un trabajo riesgoso. La gente de la región suele dedicarse a la pesca convencional.

Hernández solo lleva cuatro años haciéndolo, para alimentarse y ganar algo de dinero. Fue tras la muerte de su esposo, pescador, que decidió dedicarse a la recolección de tichindas.

Tichindas
Las tichindas se sirven con frecuencia en tamales.

“Aprendí porque mi nuera, junto con su mamá y mi hijo hacen esto. Un día me llevaron con ellos y aprendí. Y ahora, aunque sea poco, me alcanza para vender y alimentarme; cuando va bien saco 10 kilos y ya, aunque no sea mucho”, dice.

Marbella Zamora Hernández, quien recolecta tichindas desde pequeña, cuenta que su abuela también lo hacía, aunque en esa época no se vendían. Con esa venta, ahora mantiene a sus tres hijos.

Catalina Gallardo Hernández tiene un pequeño restaurante a la orilla de la laguna, y las tichindas son parte del menú. Ella dice que están empezando a popularizarse. “Hasta los extranjeros ahora piden guisos de tichinda y tamales, cuando antes solo los comía la gente de la zona”.

Pero reunirlos no es fácil. Para recolectar lo suficiente, a veces tienen que viajar hasta una hora en bote. «Una vez allí, lleva hasta siete horas recolectar lo suficiente para que valga la pena».

Entre los riesgos que corren los recolectores, el mayor es un encuentro con cocodrilos, ya que estos abundan en las lagunas y manglares de Chacahua.

“A veces hay cocodrilos, los hemos visto varias veces. Esperamos a que se vayan para bajar de las lanchas a recoger las conchas”, dijo Zamora.

“Salen cuando sube la marea, pero no hacen nada. Nos hemos acostumbrado a ellos, ellos están allá y nosotros aquí, se van cuando el barco acelera. No son agresivos, porque hay muchos peces”, dijeron las mujeres.

Con informes de El Universal

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